El terno de nuestra historia se estrena el día de
Fue un “Niño Azul” hasta los 5 años. Se le sometió a cirugía en Brasil; superó siete embolias cerebrales entre los 12 y 15 años, que le dejaron algunas secuelas como pérdida parcial de la memoria y disminución de la capacidad de razonamiento.
La vida de Tin transcurre entre médicos y hospitales, sin que ello lo deprima ni lo moleste; por el contrario, goza cada momento de su vida. Es muy alegre, cariñoso, por lo que se gana el afecto de quienes lo conocen. Podría decirse que lleva una vida sin contratiempos.
Para las Elecciones Presidenciales de 1990, siendo la primera vez que votaría, Tin se involucró con mucho entusiasmo en el “Movimiento Libertad” que lideraba el Escritor Mario Vargas Llosa, por el que guarda una gran admiración. Tin tenía entonces 23 años.
Un día llegó muy alborotado, diciendo que Don Mario venía a Chiclayo. Muy emocionado contó que lo habían seleccionado como parte de la “guardia de seguridad”, lo que nos puso los pelos de punta, porque es ANTICOAGULADO, es decir, que no puede recibir ni cortes ni golpes porque se le producirían hemorragias. Sin embargo, no hubo poder humano que lo disuadiera de tal “honor”.
El Sr. Vargas Llosa llegaba a las 11 de la mañana, pero él salió a las 7 con el mejor terno que tenía (el de
Pasaron las horas y ni noticias de Tin. A las 7 de la noche, cuando ya estaba al borde de la desesperación le pregunté a mi hija Carlita que venía del centro de la ciudad si había visto a su hermano. Me respondió que sí, que lo había visto como a las 5 de la tarde, “cargando unos tablones para levantar el estrado del mitin de la noche”!!!
Como sabía que no llegaría sino hasta que terminara el mitin, lo esperamos con ganas de increparlo o de abrazarlo, rezando para que no le hubiera pasado nada.
Casi a las 11 de la noche llegó hecho un desastre: muerto de hambre, porque al “guardia de seguridad” no le dieron ni un vaso de agua; sucio de apariencia: los hombros del terno tenían las marcas de los tablones de construcción y el pantalón roto. Menos mal que el clavo que hizo ese perjuicio no le alcanzó la piel cuando al “guardia de seguridad” lo subieron a un camión que era parte de la comitiva que acompañaba al candidato a la localidad de Pomalca, a unos diez kilómetros de Chiclayo... Y si regresó antes de que el Sr. Vargas Llosa se fuera a descansar, fue porque el hambre lo venció.
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Desde entonces guardo en el closet ese pobre terno que representa las persistencias y esperanzas de un joven-niño y, con seguridad, las esperanzas de muchos peruanos. Ese terno representa la primera y única vez que se involucró en un suceso político. Significa también para Tin la experiencia de un fracaso, o más bien de un crecimiento personal.
Esta historia me permitió recordar toda la trayectoria de este hijo que nació con un pronóstico de vida de cinco años y que hoy a los 39 años es nuestra más cercana compañía.
Quién sabe si algún día le pasaré al Sr. Vargas Llosa la factura por un terno, o a lo mejor le retribuiré por haber despertado en mi hijo sentimientos patrióticos de un futuro mejor para los peruanos.